Terminus.

¿Qué es un premio que tiene todo el mundo? Ya os lo digo yo: una medalla de natación.

Llevamos un par de semanas con los premios Liebe para arriba y para abajo, unos premios únicos en su clase porque son unos premios víricos: si tocas el galardón se lo pegas a varios de tus amigos. Por eso los requisitos son tan escasos: básicamente tener un blog y estar vivo, aunque estoy seguro de que esto último no es totalmente imprescindible. Ya veríais cómo no se moverían tanto si si fueran acompañados de una dotación económica. De momento creo que tengo tres. Igual son más, no lo sé.

En cualquier caso, se han convertido en un premio que ya no premia, sino que castiga. Hay tantos por ahí rulando que sólo sirven para que el que no tenga uno se sienta mal. Además, somos tan pocos que ya empiezan a volver a los que los enviaron. Es como cuando sueltas la gripe y te la devuelven mutada. Esa segunda vez te cuesta mucho más quitártela de encima, y de la tercera es muy posible que no salgas y te pases el resto de tu vida con una fea tos crónica de ésas que molestan en el cine.

A todos los que me lo han dado: gracias de corazón, pero basta ya. Detened esto de una vez. Por mi parte he decidido convertir el blog en una trampa de Liebes. Garantizo que el que entre aquí ya no sale más. Lo agarro y le retuerzo el pescuezo, como hacía mi abuela con los pavos.