lunes, 28 de agosto de 2017

Tails of Equiestria: The Curse of the Statuettes

Estas vacaciones me llevé el Tails of Equestria y la aventura The Curse of the Statuettes para jugarla en familia esas tardes y noches ociosas en las que no hay nada mejor que hacer que sentarte en torno a una mesa con los niños esos a los que en invierno solo sueles ver dormidos, AKA: tus hijos.

The Curse of the Statuettes es el primer suplemento de Tails of Equestria, una caja que incluye la pantalla del director de juego, un bloc de hojas de personaje, unos dados y una aventura de extensión bastante generosa llamada "La maldición de las estatuillas" que comienza justo donde termina la aventura introductoria del manual, "El embrollo de las mascotas". Tanto la caja como el contenido son extremadamente cuquis, como no podía ser de otra forma. La pantalla es recia y está llena de colores, las fichas de personaje están llenas de colores, la aventura es a todo color y los dados son... de muchos colores. Cuando lo despliegas todo sobre la mesa te queda algo parecido a un plató de Tele-5. Y toda esa lisergia por unos 25 euros, euro arriba, euro abajo, dependiendo de quién sea vuestro camello.


¡Tontáaaaaaaaaaaaas!

Como decía, jugamos la aventura durante las vacaciones en lo que acabarían siendo unas cinco sesiones si mal no recuerdo. Supongo que un director de juego más atrevido o unos jugadores más mayores que los míos (de 6 y 8 años) podrían acabarla en menos tiempo, pero preferí que las sesiones no pasaran de una hora para que los niños mantuvieran la atención y se quedarán con ganas de más. Bueno, y que no se acostaran tarde. Este objetivo quedó sobradamente cumplido, ya que mis hijos, después de las sesiones, se ponían a planear qué harían en la siguiente partida, a escribir sus planes, dibujar mapas e incluso a leer el manual... en inglés. Estaban dispuestos a todo con tal de extraer todo el jugo posible a sus ponis.

¿A que dan cosica?

La aventura, sin hacer spoilers, lleva a los ponis de la plácida Villa Poni hasta las Tierras Baldías buscando a las Seis Componieras (las protagonistas de la serie de tv), que han caído víctimas de una extraña maldición que convierte a ponis en estatuillas de piedra. Hay un fuerte componente indianajonesco en el desarrollo y el final plantea una nueva situación a la espera de que la editorial publique una nueva aventura o a que el director de juego la explote para ampliar la campaña. El tono es perfecto para los críos. La emoción surge de situaciones frenéticas y peligrosas, pero el combate es prácticamente inexistente. Mis hijos solo tuvieron uno, y más por ver cómo era que otra cosa. Y es que siempre hay una forma de resolver los problemas sin acudir a la violencia, hasta el punto de que uno de los acertijos planteados se resuelve contando chistes.

Están entre lo erótico y lo aterrador,
un poco como si las hubiera dibujado H.R.Giger puesto hasta el culo de ácido.

El sistema, una vez puesto en práctica, también es ideal para los más pequeños. Lo entienden a la perfección y mi hijo manifestó que era el que más le había gustado de todos los sistemas que hemos probado. Y en casa hemos probado unos cuantos. Lejos de ser una limitación, describir a los PJs con solo tres atributos (Cuerpo, Mente y Encanto) hace mucho por que los jugadores entiendan qué tienen que tirar en cada ocasión, e incluso son ellos los que lo proponen. Además, la mecánica de los Puntos de Amistad (son más poderosos cuando los inviertes en acciones de otros jugadores) hace que el grupo permanezca unido y no a la gresca, como están siempre los hermanos. En casa estamos encantados con el juego y esperamos con ansia su próxima publicación, que creo será el bestiario.

Ah, y un último consejo, en lugar de comprar las piedras de la amistad oficiales, podéis encontrar unas idénticas en cualquier chino, en la parte de productos para mascotas. Por 89 céntimos me hice con unas piedras multicolor la mar de majas.

Estas valen siete pavos.

Y estas no llegan a un euro.

Y eso... La verdad es que me siento un poco raro haciendo proselitismo de un juego de ponis pero bueno, en situaciones más raras me ha puesto la paternidad. Como aquella vez que jugando al escondite me tiré al suelo detrás de unas colegialas y lo interpretaron como que quería verles las... bueno, lo importante es que no presentaron cargos.